número 8 agosto del 2011

aclarando

Con gusto vemos la aceptación y el agrado que va teniendo esta publicación, tan es así que nos preguntan ¿Cuándo va a salir el próximo número? ¿Qué paso por que no han publicado la revista si ya pasaron los dos meses? Bien comenzamos por aclarar: salvo el retraso de pocos días a veces salimos un poco tarde por cuestiones técnicas o en el caso del número 6 correspondiente al mes de marzo que lo retrasamos para que coincidiera con el aniversario del nacimiento de Judith Reyes.  Pero este número ya esta aquí y en efecto la idea es que la revista se publique cada dos meses y si hemos hecho un retraso de un mes es por dos razones: la primera porque quisimos que coincidiera con el XXXV Aniversario de la fundación de la Peña Morelos que es en el mes de agosto. La otra razón es debida a que se inicio un dialogo para tratar de resolver la situación del nombre del grupo y algunos asuntos relativos, hasta el momento solo se ha realizado una platica y se han expuesto consideraciones y propuestas al respecto. Por el momento nosotros estamos consultando, analizando y discutiendo; una vez llegado algún acuerdo lo haremos saber. Desde luego esto nos permitirá aclarar más el camino y trabajar en los proyectos tanto pendientes como venideros, por el carácter del conflicto sabemos que llevara su tiempo y no es cuestión de tomar decisiones apresuradas.
 
Bueno una vez aclarado esto, queremos dedicar este número a los compañeros fundadores e integrantes de La Peña Morelos, por la iniciativa de crear un espacio cultural en una de las zonas marginales del centro de la capital y que en este mes cumplen los 35 años, aunque ya no se celebren como desde hace mucho. A pesar de que ya no funcione como tal, casi todos ellos han continuado en diferentes áreas culturales trabajando con una gran experiencia acumulada, misma que se relata en estas páginas y esperamos sirva a las nuevas generaciones y no quede solamente como un testimonio. Ellos llevan una similitud con nosotros comenzando por las fechas de nacimiento con tan solo dos meses de diferencia más aparte los años previos. En mayo de 1982 nosotros como grupo sede realizamos la IV REUNION NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA CULTURA teniendo precisamente como foro central el local de la Peña Morelos. (1) Durante el tiempo del sismo de 1985 acudimos a presentarnos en forma solidaria y apoyamos de la misma forma en años posteriores a la reconstrucción. Desde hace 14 años aproximadamente en que toma posesión del gobierno de la Ciudad de México el partido oficial de la “izquierda” con todo y presupuesto destinado a la cultura no han podido realizar los trabajos que sin recursos económicos hizo la Peña Morelos por cerca de 10 años de vida activa. Desde hace 26 años aproximadamente este partido incorporo a organizaciones sociales quienes a su vez como en este caso se apropiaron desde el nombre hasta la trayectoria de un organismo cultural independiente. Por eso es importante la memoria histórica para dejar todo aclarado. Y que mejor que por voz propia de los participantes lo sabemos.

Por último queremos informarles que el próximo número saldrá en el mes de octubre, en una edición especial con motivo de nuestro XXXV Aniversario. Si desean mandar algún comentario, artículo, documento, saludo, etc., están a tiempo. De los festejos y actividades a realizar no hemos decidido aún, tenemos varias propuestas pero carecemos de recursos pues en estos últimos años no hemos realizado presentaciones musicales y por consiguiente no hemos recibido ingresos. Se nos ha sugerido que acudamos a diferentes sindicatos y organizaciones populares a pedir solidaridad aunque sea para un pastel y compartirlo con todos ustedes. Sea como sea trataremos en tener una celebración a la altura de las circunstancias en las que nos encontramos. Por mientras tenemos tiempo. Todo se ira aclarando.

(1) En el número 4 correspondiente al mes de noviembre del 2010 en nuestro anecdotario hablamos acerca de esto.


¡LA LUCHA DE LIBERACION ES ANTE TODO UN ACTO DE CULTURA!
SALARIO MINIMO HISTORICO
AGOSTO DEL 2011

Nueva Cultura
REVISTA DE LA MEMORIA ARTISTICA
¡La lucha de liberación es ante todo un acto de cultura!

editada por el grupo Salario Mínimo Histórico
DERECHOS RESERVADOS
segunda época numero 8  agosto 2011
email: salariominimohistorico@gmail.com

Portada: Fotografía fachada del local de la Peña Morelos
tomado de una carpeta impresa en serigrafía por estudiantes de la UAM Xoxhimilco

Diseño Y Fotografías: SALARIO MINIMO HISTORICO, excepto las que se indican

Diseño Logotipo de SALARIO MINIMO: MAURICIO GOMEZ         Dibujo de SALARIO MINIMO: RINI TEMPLETON

en tres vistas

LA PEÑA MORELOS
con Mauricio Castro, Cuauhtémoc García y Enrique Hernández

por Fernando Morán
PRIMERA PARTE: LOS INICIOS

De izquierda a derecha
FELIPE HERNANDEZ, BLANCA MONTAÑO, GUADALUPE HERNANDEZ, RODOLFO HERNANDEZ,
JAVIER MEJIA, CUAUHTEMOC GARCIA, MAURICIO CASTRO Y DIEGO CORNEJO
FOTO: CORTESIA ENRIQUE HERNANDEZ

En el mes de agosto de este 2011 se cumplen 35 años de la fundación de la Peña Morelos, en realidad serían por lo menos dos años más por los meses anteriores en que funciono como la Peña Tepito. La apertura de los espacios culturales alternativos tiene su origen en México en los inicios de los años 70’s con la influencia del boom de la música latinoamericana vía Europa, específicamente Francia, en donde tenían como centro de reunión las calles del Barrio Latino en Paris, exiliados, músicos  y emigrantes sudamericanos. A diferencia de las demás peñas establecidas en México, la Peña Morelos tuvo un concepto diferente, principalmente por ser un foro abierto establecido en plena calle. ¿Qué fue lo que  motivó a un grupo de jóvenes a  emprender una labor de difusión en uno de los barrios céntricos más esteriotipados de la Ciudad de México? Con está y muchas cuestiones más nos dimos a la tarea de buscar  a los amigos, cosa nada fácil pues con el transcurso del tiempo y las distancias geográficas no era fácil encontrarlos. Finalmente se dio y tenemos respuestas de su viva voz. Por la amplitud del tema seleccionamos a tres compañeros para que cada quien por separado nos diera una visión propia de su participación además por que pertenecían cada uno de ellos a uno de los grupos de trabajo internos o mejor conocidos como líneas.






Fernando Morán: ¿Recuerdas los antecedentes a la fundación de la Peña Morelos?

Mauricio Castro: El antecedente fue la Peña Tepito, que también fue creado por algunos de los integrantes de la Peña Morelos, en el que participamos entre otros Diego Cornejo y yo. Tenía algunos años, como unos tres o cuatro radicando en el D.F. y me encontré con esta historia, llegué a la Colonia Morelos porque un hermano mío vendía calzado en un pequeño local por la calles de Florida y Costa Rica, ahí junto al local había un departamento y me ofreció que me fuera a vivir allí, yo trabajaba en la Secretaria de Comunicaciones porque esa era mi carrera. Me fui a vivir allí pues antes vivía en Tlatelolco.  Una tarde caminando por la calle de Florida me encuentro que en un patio había música latinoamericana, entré a escuchar pues me emociono mucho esa situación, aunque en realidad eran los músicos y como dos gentes, sin embargo la idea me pareció buena, pregunte quien había organizado eso, hable con la persona que organizo el asunto y le dije que a mi me gustaría participar en ese tipo de actividades. Me refirió a la calle de Vidal Alcocer en donde hay una Iglesia y un grupo de jóvenes que hacían actividades. “Porque mejor no vas allá, porque esto yo no lo hago todo el tiempo, esto es esporádico y no lo hago regularmente”. Entonces me acerque a ese espacio, pero sucede que se había retirado un Padre muy progresista (1) que había estado en la zona y que había dejado una semilla muy interesante en toda la comunidad: un grupo de ancianos, un grupo de trabajo con las comunidades marginales de Hidalgo, porque en la Colonia Morelos era un barrio zapatero mucha gente antes trabajaba fabricando calzado y algunos de ellos fueron al Valle del Mezquital a enseñar a los indígenas a hacer huaraches y a buscar formas de sustento y de aprender algún oficio, había creado un periódico, había hecho una telesecundaria, una preparatoria, una biblioteca, en fin una serie de actividades que había fomentado y creado con la comunidad y que estaban ahí un poquito partiendo, empezando a  preguntarse que pasaba con nosotros adonde vamos a ir sin esa guía que había creado ese proyecto. Los jóvenes estaban en ese edificio también, yo los vi en una biblioteca que estaba a un lado de la Iglesia, pero se veía igual, que estaban en el cotorreo y jugando,  yo les preguntaba ¿cual es el plan de esto, que hacían antes, que quieren hacer o adonde quieren ir? Ellos me platicaron algunas cosas, yo en lo personal trate de impulsar que se rescataran esas actividades que se estaban haciendo y otras cosas más dentro de la Iglesia, algunos grupos de música tocaban ahí. Una cosa que recuerdo fue que invite a Elena Poniatowska y ella fue con un grupo de gentes mayores que se reunía, ellos le plantearon que por que no se integraba al grupo y obviamente les dijo ella que “esa no es mi labor, yo soy escritora y yo no podría venir con ustedes aquí para estarlos orientándolos o conviviendo con ustedes” Como este caso ocurrieron muchos, había otro grupo que estaba en otra calle de por ahí, que se reunían y también fueron otras gentes a platicar y a convivir con los vecinos, sobre todo grupos mas sólidos donde había un poco mas de fuerza y de gente que los representaba. Hasta que el nuevo Padre corto la posibilidad de continuar con estas ideas. Después conocí a otro grupo que estaba trabajando en el centro de Tepito muy ligado también a la Iglesia (2), fui allí y conocí a otros jóvenes, empecé a vincularme con ellos, allí conocí a Diego Cornejo, el era de los de avanzada, de tal forma que lo que proponía yo, el estaba muy de acuerdo con eso y empezamos a caminar juntos, empezamos a mover cosas, algunos chavos también se interesaron. En el patio de la misma vecindad, que era un patio muy grande con una escalera en el medio, presentábamos a los grupos que invitábamos, esos fue un buen rato se formo un trabajo muy interesante, tan solo con la presencia de los vecinos ya era mas que suficiente, pero ahí estaba gente de la zona que también iba y escuchaba música particularmente latinoamericana. ¿Por qué esta música? porque de pronto a mi en lo personal me empezaba a llamar la atención que hubieran letras en función de reivindicar circunstancias sociales y que todo esto venía por lo que estaba sucediendo en el sur del continente y que estaba dejando a la gente muy marcada y la estaba lastimando. Igualmente me sorprendió en Tepito y en la Morelos el oír una música de excelente calidad que yo no conocía, yo venia de Veracruz oyendo música comercial muy mala, con un tinte tropical pero de una calidad pésima, de un trabajo muy elemental, muy primario. Entonces cuando yo descubro que hay grupos que hacen música afroantillana  diciendo cosas, pero muy fina, muy trabajada, con unos arreglos de una alta calidad y que la gente de la Morelos los escuchaba y los bailaba tremendamente, pues yo aprendí mucho de ahí también. El darme cuenta de que había no solo música folklórica latinoamericana sino también la música tropical, la salsa, en fin una serie de músicos que venían particularmente de Puerto Rico, que estaban pegados al nacionalismo puertorriqueño y estaban creando música en ese sentido. También de pronto empezamos a ir a una peña que estaba en la Colonia Roma, que se llama la Peña Tecuicanime, donde estaba el dueto de Anthar y Margarita. Ahí les pedimos que nos echaran la mano para intentar hacer algo parecido en la Morelos conservando las diferencias del concepto, nos conectaron con algunos grupos. Esto vino cuando ya estábamos de salida con la Peña Tepito porque empezaron haber problemas por la gente que invitábamos. Un señor que estaba con ese grupo originalmente, que seguía estando allí porque era su casa, como que le empezó a disgustar lo que estábamos haciendo y porque el estaba muy vinculado con la Iglesia. Entonces hubo que buscar otros espacios y nos fuimos a varias calles, a realizar algo así como pequeñitos festivales, para ver donde encontrábamos hospedaje para hacer el espacio, finalmente a partir de que nos poníamos a ensayar música latinoamericana en la calle de Labradores en donde yo vivía, nos vino la idea de que hiciéramos una peñita allí cerquita con el apoyo de la gente que nos iba a ver ensayar y que eran dos o tres personas que les gustaba la música y se interesaban en que también fuera cerca de su casa en donde empezara todo esto. De tal forma que empezamos con unos tambos y unas tablas encima en la banqueta misma., allí se presento Eugenia León con su hermana cuando eran parte del Grupo Víctor Jara. Llegaron más integrantes, se fueron acercando personas y desarrollamos ese concepto. Yo deje de estar en el grupo de música porque me di cuenta que lo a que a mi me interesaba no era estar cantando sino promover y organizar cosas en este ambiente. Cada quien tomó su lugar y así fueron los orígenes.



Fernando Morán: ¿Cómo es que llegan a la Peña Tepito o la Peña Morelos?

Cuauhtémoc García: Yo llegue porque vivía en la calles de Argentina y Nicaragua, en una de las vecindades de allí, habíamos formado un grupo de teatro para  las vecindades con amigos que vivían también allí mismo y con otra gentes que eran de la Normal de Maestros. Entonces nosotros organizábamos funciones de teatro en las vecindades y a  donde nos invitaran, sobre todo en la época de las vacaciones de la escuela Julio, Agosto y en Diciembre. Nuestro teatro trataba de tener cierto mensaje social, pero básicamente era un teatro escolar, porque el director del grupo era estudiante de la Normal de Maestros y entonces un poco era poner en práctica sus teorías, sus clases de teatro que tenia  allí en la escuela. Normalmente lo que montábamos en diciembre era las Pastorelas, uno pensaba que tenia critica social básicamente con el juego entre el bien y el mal y la cuestión de los antagonismos entre el diablo y los ángeles, como una  pastorela tradicional actualizada a nuestro tiempo pero no un teatro estrictamente político. Y resulta ser que por medio de alguna  presentación que tuvimos en una vecindad conocimos a Mario Puga y el nos invito a presentarnos en la Peña Tepito que estaba en la calle de Bartolomé de la Casas numero 13. Resulta ser que a mi se me hizo atractiva la propuesta y después fui como publico a escuchar una conferencia de Naranjo, que es de los mejores caricaturistas que hay en México, de los mas críticos y de los mas lucidos, entonces conocí mas o menos como era la cuestión. Después iba cada sábado o cada vez que podía, conocí a Diego, a Mauricio y a otros compañeros que estaban allí. la Peña Tepito era un conglomerado de grupos, porque iban el grupo Tepito Arte Acá, el grupo Emaus que era un grupo que había surgido del atrio de la Iglesia, la  persona que prestaba el local que también era afín con la cuestión religiosa y gente joven que formaba parte de la comunidad, también iba Armando Ramírez que formaba parte del grupo Tepito Arte Acá, el  no vivía allí pero su abuela o alguno de sus familiares si y también asistía de vez en cuando a La Peña Tepito, entonces allí nos conocimos. Después hubo un conflicto una vez que se presento un grupo del CLETA (3) y obviamente ellos tenían una critica hacia la Iglesia, al  grupo de la parroquia no le gusto el contenido de la obra y empezaron a tener problemas, diferencias ideológicas y hasta que vino un rompimiento con la gente de la comunidad. Entonces a propuesta de Mauricio y de Diego principalmente se intento hacer el trabajo en otro lugar de la colonia, pero con un esquema ideológicamente mas definido y a mi me invitaron a que participara con ellos ya como integrante de la Peña Morelos. Así fue la relación con los compañeros porque yo siempre estuve involucrado a participar, pues en principio como que me gustaba la cuestión artística, obviamente yo tenia una concepción, posiblemente ya desde la secundaria, tenia una posición mas o menos critica y entonces yo veía que la cuestión  artística era un buen vehiculo, bueno en esa época pensábamos, para concientizar a la comunidad. Ya había una cierta responsabilidad y más bien era el gusto por estar haciendo actividades, desde antes ya estaba comprometido con el grupo de teatro, ya estaba comprometido con la comunidad. No había ningún problema en ese sentido, creo que eso se pudo dilucidar y lograr la identidad con la Peña Tepito. Entre otros antecedentes por ejemplo son la peña El Mosco Pasa, que se ubicaba en la colonia Exhipodromo de Peralvillo, a la que yo algunas veces asistí por casualidad, no porque tuviera mucha conciencia del evento artístico cultural que representaba, sino porque se me hacia novedoso que en el garaje de una casa se presentaran grupos a tocar y con la entrada libre. Además era como la parodia de una peña comercial que estaba en San Angel y que se llamaba la peña El Cóndor Pasa. La gente que fundamos la Peña Morelos una de las ventajas que teníamos al formar la organización era que ya teníamos una identidad ideológica y ya no teníamos el problema de tener que estar discutiendo o cuestionando el papel del arte, o cual tipo de grupo se tenia que presentar o cual iba a ser nuestra manera de ver la cuestión artística o cultural, eso ya lo teníamos sino definido teóricamente si como por instinto de un trabajo comprometido con la cuestión de la simpatía por la izquierda. Entonces ya no pasamos por un proyecto de depuración o de discusión para poder entrar el enfoque porque ya llevábamos la idea muy clara de lo que queríamos hacer. La cosa es que la Peña Morelos no se ubico en un inicio en la calle de Labradores sino que anduvimos varios meses, me atrevería a decir años, rondando por diferentes espacios. Primero estuvimos, bueno en los lugares que yo me acuerdo, en la Universidad Obrera Vicente Lombardo Toledano, en San Idelfonso, después estuvimos en el Mercado Abelardo Rodríguez, en el Centro de Integración Juvenil que era un espacio en donde se empezaban a atender problemas de drogadicción, después de allí fuimos a dar a algunas de las calles de la Colonia Morelos, por ultimo nos quedamos en la calle de Labradores porque había unos jóvenes que eran miembros de la colonia y eran vecinos de allí y que nos pidieron que fuéramos a presentar un espectáculo a su cuadra y ya con el apoyo de la gente sobre todo de una de las vecindades pudimos establecer nuestra base de operaciones de una manera mas sedentaria, el proceso fue largo, no llegamos a integrarnos directamente a la comunidad sino fue un proceso que nos tardo algún tiempo en hacerlo.

Enrique Hernández: Yo llego a la Peña Morelos a mediados de 1976. Estaba estudiando en el Colegio de Bachilleres y ahí un compañero quien también estaba interesado en aprender la música andina que en ese momento estaba llegando por influencia de los sudamericanos. El me invita porque vivía cerca de la zona centro en donde se encontraba el Mercado Abelardo Rodríguez y me comenta que ahí en el mercado tocaban grupos y estaban dando clases de música andina. Para ese momento ni siquiera teníamos la referencia que era un grupo cultural quien organizaba estos eventos, que tenían un cine-club y no se que otras actividades mas que se hacían ahí. Así es que me invita para que vayamos para allá y que nos enseñen a tocar, nos acercamos a solicitarles que nos gustaría aprender y resulta que casi inmediatamente en que nos acercamos con ellos daban inicio a lo que le llamaban la Peña Morelos, se empiezan a reunir en la casa de Mauricio Castro que estaba en la calle de Labradores, es ahí en donde a nosotros nos hacen la invitación “bueno, que si nos podían enseñar y que iba a ver una reunión en la calle de Labradores”. Ese fue como el primer acercamiento a la Peña Morelos, pero ya en ese momento cuando nosotros llegamos era porque ellos estaban saliendo del Mercado Abelardo Rodríguez por algunas situaciones de censura, de hecho nosotros llegamos casi en el momento en que tenían un pie fuera y ya las reuniones fueron en la casa de Mauricio. En ese tiempo había un grupo de teatro en el que participaban si no mal recuerdo Cuauhtemoc, Diego, Sara la hermana de Diego, Cesar y varios compañeros que posteriormente se distanciaron de la peña, también estaba un grupo musical que daba inicio y que se llamaba el Grupo Tepito, que en esa primera reunión en que vamos nosotros nos invitan al grupo, porque yo medio tocaba la guitarra, nos invitan a que nos integremos al grupo y allí nos van ir enseñando. Resulta que el otro compañero después de unas cuantas asistencias dejo de ir y yo permanecí en la peña. Esa fue la forma y el motivo por el cual llegue a la peña. Yo reconozco a la gente de los inicios a Cuauhtémoc García, Mauricio Castro, Diego Cornejo, Sara Cornejo, Cesar Luna y otro compañero de nombre Samuel, el director musical del grupo que por cierto era quien nos daba clases para la cuestión de las voces de ahí fue que posteriormente a casi todos los que estuvimos ahí en ese grupo nos llamo mucho la atención del manejo de voces. De hecho el Grupo Tepito muchas de las canciones del material que se montaban eran canciones del Inti Illimani y del Quilapayún donde hacían uso de voces. Samuel tenía conocimientos musicales y el era el que nos decía “tu haz esta voz y tu haz esta otra” a partir de ese momento nosotros empezamos a usar las cuerdas vocales, no siempre la primera y segunda solamente, sino hacíamos varias voces en ese grupo. En ese momento cuando salen del Mercado Abelardo Rodríguez, el colectivo ya como la Peña Morelos se propone por dos actividades: una que es la producción de la música y del teatro. El Grupo Tepito empieza a tomar como mas forma y a tener mayor trabajo, porque lo que se decide de este colectivo de música y de teatro es hacer presentaciones y casi la mayoría de su trabajo de presentaciones era en las universidades y uno de los foros que tuvimos principalmente fue la Universidad Obrera Vicente Lombardo Toledano. Normalmente era ahí en donde nos permitían un espacio para presentar obras de teatro, el grupo de música, se integra otro grupo de música sudamericana que es el Grupo Quiche que era un grupo mas apegado a las zampoñas, quenas y charango. El Grupo Tepito tenia un corte mas al estilo Carlos Puebla, Inti Illimani, Quilapayún, incluso recuerdo que montamos algunas canciones de José de Molina. Ese fue un proceso, más o menos por medio año, en que se estuvo trabajando en presentaciones y eventos en universidades, de ahí vienen algunas invitaciones posteriores para hacer eventos en la calle, en la zona muy cercana a Tepito que eran en la parte de la Morelos. Se hicieron eventos en las calles de Jardineros, Imprenta Mecánicos, Carpintería, etc., pero eran como itinerantes porque andábamos así como “nos invitaron a tocar en la calle de…” hasta que hay una invitación por ahí de parte de Pancho Hernández, Lalo Macedo y Juan, de quien no recuerdo el apellido, a estar en la calle de Labradores. Y es cuando empezamos hacer el primer trabajo en Labradores 97, ahí pusimos algunos unos tambos, un pequeño entablado para los eventos que se presentaban y de allí arranco, como que teníamos mas cobertura en ese espacio. El Grupo Tepito siguió tocando hasta que posteriormente se da un taller de música.                                                                                                             

continuara…

(1) El padre Federico Loos de la Parroquia de la Divina Institución
(2) El grupo Emaus de la  Iglesia de San Francisco de Asís
(3) Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística.


palomazos

Una sección en donde nuestros colegas artistas nos acompañan
en el escenario, pero en esta ocasión utilizando la palabra escrita.



La inverosímil historia de la Peña Morelos

Primera Edición

Por Diego Cornejo Choperena

para Mauricio Castro,

Cuauhtémoc García Arteaga,

Enrique "Karuky" Hernández,

Nacho Morán,

Blanca Montaño,

Laura Leal Sorcia,

Sergio Ordoñez "El Huevo",

Sergio Urquieta

y para mi hermana Sara.



Desde un principio tuvo algo de inverosímil. Para empezar, por aquellos tiempos, 1974, nadie imaginaría, incluido yo, que más adelante, una canción como la anterior se escucharía en una de las calles del barrio, interpretada por el mismo Grupo Sanampay, conformado por músicos argentinos exiliados en México debido a la dictadura que asolaba a su país; como tampoco nadie creería que la Peña Tepito (antecedente de la que sería conocida como Peña Morelos) iniciaría su labores culturales (con un fuerte contenido ideológico izquierdista) en el juvenil y conservador Grupo Emaús que ensayaba sus coros para las misas de jóvenes en la tradicional vecindad conocida como el Trece de la Plaza de Bartolomé de las Casas, frente al terroso campo de futbol, hoy conocido como Maracaná, que se halla a un costado de la Iglesia de San Francisco de Asis, en el corazón del barrio de Tepito.

Un despistado Mauricio Castro, vecino de la calle de Costa Rica, llegó al grupo que se reunía en la vivienda del célibe Mario Olivares (qepd) para invitar a los jóvenes, hombres y mujeres, a conformar una peña. Éstos, entre chacota y ensayo, lo escucharon divertidos y sin saber bien a bien de qué se trataba la propuesta, sin ninguna interrogante, la aprobaron y continuaron con su cotorreo, sus flirteos y su ensayo para el domingo, a las ocho de la noche, en la misa juvenil de la iglesia de San Panchito.

Mauricio venía de conocer la experiencia de otra iglesia del barrio, la que dirigía el sacerdote Federico Loos -promotor de cooperativas, guarderías infantiles, bibliotecas, telesecundarias, preparatorias populares, etcétera, que después de la última misa dominical reunía a sus feligreses para discutir los temas sociales, económicos y políticos, que concernían al barrio y al país-. Este párroco ejercía su vocación de vanguardia en la cercana iglesia de la Divina Institución, en la calle de Vidal Alcocer. Tal vez por ello, el joven Mauricio pensó que en el Grupo Emaús encontraría un ambiente similar al generado por Federico Loos entre sus feligreses. Pero no fue así, al contrario, Mario Olivares se alarmó, de inmediato creyó husmear la azufrada pestilencia del comunismo exhalada en los primeros eventos realizados por la Peña Tepito y en las canciones que, por iniciativa de los integrantes de la nueva peña, fueron propuestas para que interpretara el coro Emaús, ahora acompañándose con bombo y zampoñas andinas.
 
Unos meses después, luego de que el grupo de músicos regresara de un viaje a Campeche al que fueron invitados por estudiantes originarios de ese estado y que pertenecían a la Casa del Estudiante -durante el cual habían interpretado canciones del Victor Jara, Violeta Parra, Qilapayún, Intillimani, en calles y plazas, en auditorios de escuelas rurales, antecediendo agresivos discursos opositores expresados a voz en cuello por sus anfitriones, en contra de la sempiterna dictadura priísta que nos asolaba por aquellos años-, los intérpretes que no pertenecían a la peña, muy asustados narraron sus experiencias a Mario Olivares.

La reacción de Mario fue inmediata, trajo al trece de Bartolomé a personajes conservadores ligados políticamente al Partido Acción Nacional (PAN), para impartir pláticas y adoctrinamiento de contenido tan arcaico que provocaron discretas risillas entre el joven público oyente.

Por aquel tiempo, dentro del grupo Emaús, una vez conjuntado el reducido grupo de integrantes de la Peña, en la pequeña habitación se recibieron las visitas de personajes como el ameno y profuso Juanito de la Cabada (qepd), el excelente caricaturista Rogelio Naranjo, el joven escritor Guillermo Samperio, el intelectual Carlos Monsiváis... De igual manera, por ahí ya se habían aparecido Armando Ramírez, reconocido por haber escrito su novela Chin Chín el Teporocho y Daniel Manrique, muralista iniciador del Tepito Arte Acá.

Para mí fue extraordinaria la experiencia de retocar murales en la calles y pintar yo mismo un mural en la fachada de la vivienda de Mario Olivares, bajo la discreta mirada de Daniel Manrique, Bernal y otras artistas del pincel invitadas por los pintores identificados con nuestro barrio.

Entretanto, una juvenil orquesta de cámara dio un concierto en el patio del Trece de Bartolomé y, en la iglesia de San Panchito, se presento un recital del coro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Orbis Tertius, cuarteto de jazz, y la compañía de teatro de la Universidad Veracruzana (UV) también se presentaron en distintos lugares del barrio. De igual manera, entre otros muchos eventos, en el amplio patio de la vecindad se representó una pastorela y el intérprete del antagónico demonio, Cuauhtémoc García Arteaga, regresó días después de su actuación para integrarse a la Peña; como lo hizo Enrique "Karuki" Hernández y su amigo César, intérpretes de música latinoamericana. Ellos se unieron a Miguel Mejía, Diego y Sara Cornejo, del grupo Emaús; por medio de la invitación de Mauricio Castro también se habían unido a la inédita aventura cultural, Rodolfo Hernández, Guadalupe Arteaga y Mario Puga, jóvenes vecinos del barrio.

En eso estábamos, cuando, en 1975, durante una de nuestras diarias reuniones nocturnas en el grupo Emaús, sin ser esperado, apareció Gabriel Retes, destacado y joven director de cine mexicano, acompañado de Armando Ramírez. Retes tenía planeado realizar una película basada en la novela Chin Chin el Teporocho y, por ello, buscaba algunas locaciones en vecindades y calles del barrio. Como preámbulo y como ambientación para los actores, en el grupo Emaús (futuros extras de cine), durante las siguientes semanas, presenciamos algunas reuniones y lecturas del guión de la película. La filmación se inició el 29 de septiembre de ese año. Actuaron Carlos Chávez (José Rogelio González Galindo, Chin Chin), Jorge Santoyo (Gilberto), Jorge Balzaretti (Víctor), Abel Woolrich (Rubén Gutiérrez), Tina Romero (Michele), July Furlong (Agnes), Diana Bracho (Sonia), Luis Torner (Pedro), Juán Peláez (Marcos), Tina French (La Güera), Dolores Berinstáin (Doña Chole La Pindonga), Ignacio Retes (Don Víctor), Leonor Llausás (Estela, esposa de don Víctor), Lucila Blazaretti (Manuela), Aarón Hernán (Don Pepe), Guillermo Gil, Federico Romano, Rubén Monterrubio, Enrique Ontiveros, José Luis Avendaño, Cruz Avilés. Esteban Ríos, Eugenio Cobo, Elsa Benn, Ivette Reyna, David Rencoret, Alonso Guzmán, Roberto Ruy, Gonzalo Llora, Manuel Garay, Armando Ramírez. (Datos tomados de: http://www.geocities.ws/jesus_3/Chinchin.html).

Mientras tanto, por aquellos meses, José López Portillo, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y futuro "presidente de la república" -por obra y gracia del "dedazo" de Luis Echeverría Álvarez, jefe del ejecutivo federal de ese entonces), sin oposición -el partido Acción Nacional (PAN) no postularía candidato y el Partido Comunista de México (PCM) estaba proscrito por el gobierno-, se daría una vueltecita por el barrio de Tepito para "empaparse" de pueblo antes de lucir su banda presidencial sobre el pecho.

Luego de la aventura cinematográfica vino nuestra separación del grupo Emaús. De repente, Mauricio nos comentó que la peña debía abandonar el 13 de Bartolomé. No dijo porqué (aunque, en mi caso, ya lo suponía, como los otros). Respetamos su silencio. Cuando salimos a la calle, un grupo de chavos maloras de Emaús quisieron agredir a Mauricio; nada más hicieron el intento y, finalmente, sin bronca, los mismos que dimos inicio a la peña, los mismos que nos fuimos. Ninguno de nosotros se quedó en la habitación repleta de murales pintados por Daniel Manrique y compañía. El mural que pinté en la fachada de la vivienda de Mario, pasado el tiempo, fue cubierto por una fea capa de pintura verde.

¿Quién o qué obligó a Mauricio a tomar tal determinación? ¿Habladurías sobre su vida íntima y personal que a nadie debe importar? ¿Presiones por las acusaciones de rojillo que caían sobre él? ¿Amenazas? ¿De quién y de qué tipo? Nunca lo supimos ni nos interesó. Nuestro único objetivo, a partir de ese momento, sin mirar atrás, fue continuar con el proyecto de la peña, ahora denominada Peña Morelos.

En lo personal, el ambiente de marginación que en ese momento se sentía en el grupo Emaus en contra de la peña, además de apesadumbrado, ya me tenía predispuesto a la pronta salida. Así pues, no me sorprendió el tener que abandonar la tradicional vecindad, como, creo, tampoco lo resintieron los otros "exiliados". Tal vez, sin sustento alguno, intuíamos que vendría algo mejor, como sucedió...

Después de un peregrinar que nos llevó a la Universidad Obrera y al mercado Avelardo L. Rodríguez en donde, entre murales de discípulos de reconocidos muralistas de la postrevolución mexicana, realizamos eventos y montamos dos obras de teatro, una en contra del imperialismo yanqui y otra en base a la letra de La maldición de la Maliche, canción de Gabino Palomares...

Sin embargo, en este lugar permanecimos poco tiempo: como habíamos invitado a dar una conferencia a René Villanueva, opositor declarado de los gobiernos priístas y miembro del grupo de música Los Folkloristas, nos corrieron de ese lugar. Ni modo, como última alternativa, fuimos a parar al nuevo departamento de Mauricio Castro, en el edificio marcado con el número 20 de la calle Labradores.

¡Y ahí empezó a gestarse lo mejor de la Peña Morelos! Para empezar, nos encontramos con la libertad de planear y hacer lo que mejor nos pareciera sin que nos censuraran y nos pusieran de patitas en la calle. Pronto se unirían al grupo de la peña, las habitantes y el habitante de la vecindad conocida como el Cajón del Muerto: Blanca Montaño, Guadalupe Hernández y su padre Felipe Hernández (quien empezaría a diseñar e imprimir en serigrafía, en la Escuela de Pintura de San Carlos, nuestros primeros carteles ¡sobre papel periódico de desperdicio! También, más adelante, diseñaría la carpeta en serigrafía de la colección Cuentos del Barrio que contendría siete carteles-cuento, con siete distintos escritores -entre ellos, Juan Villoro, mexicano, Miguel Donoso Pareja, ecuatoriano, Regino Pedrozo, cubano-, ilustrados por 7 artistas, entre ellos Ana Luisa Barreto, Arturo Pastrana, Salvador Carrillo, Antonio Ramírez, León Chávez Texeiro...) Nacho Moran, aspirante a músico y actor, ya rondaba en la peña. Lo mismo que Martín, el Porro...

Desde el principio, tal vez por ser gente de barrio, sin protagonismos ni caudillismos ni pretensiones individualistas, de manera natural, sin calcularlo ni establecerlo en rígidos reglamentos, nos organizamos de manera horizontal. En conjunto proponíamos, planeábamos y organizábamos. Mauricio, que siempre fue el que coordinó al grupo, poseía una agenda extraordinaria, pues contenía nombres, direcciones y números telefónicos de ¡todo mundo! (él se había titulado en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Veracruzana y había trabajado y continuaba trabajando, por ese entonces, en algún departamento de cultura de equis secretaría del gobierno federal). En su dichosa agenda lo mismo tenía apuntado el número telefónico de la tiendita de enfrente que el de la maestra Eugenia Revueltas, en Punto de Partida de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); el de la Orquesta Sinfónica Nacional o el de Amparo Ochoa junto al de Anthar y Margarita y su Peña Tecuicanime; tampoco faltaba el teléfono del grupo La Nopalera o el del Grupo Víctor Jara; o el de Chava Flores y de Oscar Chávez; o el del Sonido Casa Blanca acompañado en el largo listado por el de Tiberio y sus Gatos Negros... así, casi hasta el infinito...

Pero además de contar con esa excelente agenda de Mauricio Castro Morales, durante esos años, setentas y ochentas del siglo pasado, también nos encontramos, paso a paso, a la vuelta de cada esquina, con algo invaluable que, para los tiempos que vivimos en estos días, resulta inverosímil: una solidaridad compartida, comunitaria, a toda prueba (inimaginable para el neoliberalismo mezquino, rapaz y depredador de hoy en día).

Tan importante e indispensable fue, que sin esta solidaridad las puntuales programaciones semanales y de aniversario hubieran sido imposibles de llevar a cabo, sobre todo debido a nuestras grandes carencias económicas, pues no contábamos con un sólo centavo, ni individual ni colectivamente. Nunca recibimos financiamiento, ni clandestino, ni institucional, ni particular, pero sí se nos otorgó muchísima solidaridad. ¡Por ello, por esa solidaridad invaluable, los eventos siempre fueron gratuitos, en plena calle, para todo público!

Además, completando todo lo bueno que en la Peña Morelos se conjugó durante esos años, lo que hicimos lo hicimos, lo escribo con orgullo, con una ingenua vocación revolucionaria y con un cristalino deseo de dar una firme lucha cultural en contra del corrupto y abrumador priísmo (representado, en su máxima expresión, por los líderes obreros, "charros", Fidel Velázquez, Leonardo "la Güera" Rodríguez Alcaine, y de maestros, Carlos Jongitud Barrios; por los presidentes represores, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y su heredero José López Portillo) establecido durante tantas décadas en nuestro país. Este anhelo lo compartíamos con casi todos a los que recurrimos: grandes y pequeños, vecinos del barrio y artistas o intelectuales nacionales o extranjeros, que de inmediato se emparejaban a nuestro lado, sin cobrar un sólo centavo.

Lo mismo Julia Marichal nos dio clases de actuación, que el caricaturista Magú nos obsequio una de sus obras para ilustrar un cartel. Incluso, los vecinos anónimos llegaron a facilitarnos un camión de mudanzas (nomás teníamos que conseguir para la gasolina) que nos sería muy útil en el acarreo de un piano de Guillermo Briseño; o nos prestaron un pequeño local, habilitado como ínfimo auditorio, para recibir al entrañable escritor ecuatoriano Miguel Donoso Pareja (mi gran maestro literario al que le he quedado a deber tanto, por su apoyo, enseñanzas y solidaridad) o al poeta uruguayo Saúl Ibargoyen.

Una vez emprendido el camino, vinieron las oportunidades que supimos aprovechar: Difusión Cultural de la UNAM nos otorgó un cartel mensual, a dos tintas (elaborado en la Imprenta Madero, diseñado por el magnífico Efraín Herrera. En algunas ocasiones, la hoja la dividimos en tres impresiones, multiplicando la cantidad de nuestros carteles), para difundir nuestros eventos; asimismo, sin oposición de los vecinos, ocupamos una vivienda abandonada en el Túnel, la vecindad marcada con el número 91 de la calle de Labradores. Precisamente afuera, sobre la banqueta, efectuábamos, todos los sábados, a las 7 de la noche, las peñas; igualmente, de los restos que quedaban abandonados durante la construcción de la línea cuatro del Metro (que se iba construyéndose a los largo de Congreso de la Unión y atravesaba Labradores, a unos paso del Túnel; la Estación Morelos del Metro nos quedaría a tres cuadras, hacia el sur), rescatamos armazones de tubos metálicos y tablones que nos sirvieron para habilitar nuestro templete, de 4 por 6 metros aproximadamente.

A ese foro subirían, entre muchísimos otros, el grupo formado en la Peña Morelos (integrado en base al Chiquilín, Ezequiel, Karuki y Quetzalcóatl, Sergio Ordoñez "El Huevo"), el Taller de Investigación, Interpretación y Composición de Música Mexicana (TIICOMM), el grupo de teatro Zumbón, Marionetas de la Esquina, Chava Flores, Óscar Chávez, León Chávez Texeiro, Los Nakos, el grupo Salario Mínimo, Los Musiqueros, el grupo de rock Música Contra Cultura (excelentes intérpretes homosexuales; no todos, me comenta Fernando Morán; aunque todos se presentaban con maquillaje femenino sobre el escenario, sin recibir ninguna expresión de rechazo del público), el grupo On'ta de México...

El grupo de Teatro El Galpón, La Camerata Punta del Este, de Uruguay...

Alfredo Zitarosa, también de Uruguay...

El Taoné y Roy Brown, ambos independentistas de Puerto Rico...

Los Compadres, de Cuba (acompañados por unas botellas del delicioso Ron Habana, cortesía de la embajada de ese país en México)...

Algunos de los grupos, sin objeción, traían su buen equipo de sonido, aunque, para esos tiempos la Peña Morelos ya contaba con el suyo; habíamos dejado de sudar la gota gorda por conseguir cables y micrófonos. Mediante un convenio con Difusión Cultural de la UNAM, El Grupo Víctor Jara (educados músicos de conservatorio entre los que destacaba la voz de la joven Eugenia León) se prestó para hacer algunas presentaciones en varias facultades de la Universidad. El pago recibido (cedido solidariamente por el Grupo Víctor Jara) fue utilizado para comprar una buena consola de sonido, micrófonos y dos grandes bafles. Así, mediante convenios, la Peña Morelos fue adquiriendo lo indispensable: como una pesadísima lona (trabajosamente elevada entre nuevos integrantes de la peña, Sergio Urquieta, el Papirolas, Toño Canica y algunos más que se solidarizaba en esos fatigosos menesteres semanales), cables, enchufes, lámparas, focos, que la habilidad de técnico electricista de Cuauhtémoc, aunada a metálicos botes de chiles, convirtió en 4 o 6 reflectores, con pantallas de color, que iluminaban nuestro foro...

El armar el foro de la peña, templete, lona, luces, lo realizamos cada sábado, puntualmente, durante años, hasta que nos robaron la consola de sonido...

Con esa pérdida empezó a decaer nuestro ánimo colectivo. Ya no nos reanimaron los buenos o malos recuerdos: el nunca recuperado, en un principio, cuando empezábamos a tomar vuelo, de la aduana del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, completo equipo de sonido tramitado y enviado por un hermano de Norberto, un nuevo y muy activo compañero de la peña, desde la ciudad de San Francisco, Cal., Estados Unidos de Norteamérica; la indignación porque el Piloto, un mal día, había desaparecido con los dibujos que Rini Templeton (qepd) había realizado con motivos de la Peña y que nos había obsequiado; la lucha que se había hecho en contra de los ejes viales de Hank González ("Un maestro pobre, es un pobre maestro"); el apoyo a los afectados por las explosiones de San Juanico y a las luchas de las guerrillas salvadoreña y nicaragüense; los eventos realizados para apoyar la huelga de los obreros de El Ánfora; los talleres de pintura, música y teatro para niños y jóvenes...

Durante un buen tiempo, sospechamos que el robo lo habían efectuado conocidos nuestros, cercanos, pues quienes la hurtaron se dirigieron directamente al tapanco donde se encontraba encubierta la consola de sonido. Entre nosotros, en confianza, pronunciábamos los nombres de quienes sospechábamos. Pero no teníamos ninguna prueba y recurrir a la "justicia" no nos otorgaba ninguna garantía de recuperar nuestro aparato tan indispensable. Mauricio y Cuauhtémoc se alejaron. Karuki también. La programación se empobreció, ya no más Tania Libertad, recién llegada de Perú, ni danza contemporánea de Barro Rojo o del Ballet Folklórico Magisterial o cine independiente y clásico mexicano (Redes, Vámonos con Pancho Villa), no más Charles Chaplin, no más película prestadas, incluido el proyector, por el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM o por SAFRA... ni participación con Óscar Menéndez en documentales como se hizo en Primer Cuadro (1979)...Ya no más música de Un Viejo Amor o funciones con Circo, Maroma y Teatro... o exposiciones de grabado de Fernando Vilchis y Leticia Tarragó... o mesas redondas con Nésto García Canclini, con Alberto Hijar, con Héctor Azar, con Susana Alexander, con Gustavo Sáins... ni lectura de nuestros carteles-cuento con la actriz Aurora Clavel y con Rolando Ícita, locutor de Radio Educación, en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes...

En uno de nuestros últimos eventos se presentó Rockdrigo, el Profeta del Nopal, días antes de su muerte acontecida durante el sismo del amanecer del 19 de septiembre de 1985.

Irónicamente, la Peña Morelos se reanimó por esa catástrofe que arrasó extensas zonas de la Ciudad de México. Después del sismo de ese día y del siguiente, mucha gente acudió a nuestro local a solicitar ayuda y a ofrecerla. Casi de inmediato llegaron materiales de San Juanico y de campesinos de Veracruz, a los que anteriormente habíamos apoyado. En poco tiempo el local de la Peña Morelos empezó a llenarse de víveres, de polines, de ropa, de agua embotellada, de leche, de alimentos para bebés...

Con todo ese acopio, también llegaron las "oportunas" organizaciones sociales y políticas "de izquierda". Los compañeros de la Unión de Inquilinos de la Colonía Morelos (UICM), que sesionaban en el local de la Peña, invitaron a participar en la reconstrucción a miembros de la Unión de Inquilinos de la Colonia Guerrero (UICG), quienes acudieron pertenecían a Acción Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR).

Entretanto, un trailer se estacionó enfrente de la Peña Morelos. Su extensa caja exhibía sus muy visibles logotipos del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Estuvo ahí hasta que protestamos. Pero la gente de ese partido, además de dejar los víveres, se enquistó en las asambleas de los demandantes de vivienda.

Tampoco faltaron los militantes de la Organización Independiente Revolucionaria Línea de Masas (OIR-LM). Con la conjunción de todos ellos, que contaron con la aceptación de algunos miembros de la Peña y de la UICM, se acabó de diluir la Peña Morelos...

A los que quisimos continuar siendo independientes, como Peña Morelos, se nos arrebató el nombre (en corto, un nefasto personaje del PRT, me amenazo con echarnos encima a los solicitantes de vivienda cuando realizáramos nuestros eventos; presenciaron el suceso, quien encabezaba a la gente de ACNR -posteriormente fue diputado federal- y un apreciado compañero de la Peña Morelos; con su silencio, ambos, se hicieron cómplices del lidercillo) y se conformó la Unión de Inquilinos de la Colonia Morelos-Peña Morelos...

Así aconteció. Vista la notoria inutilidad del gobierno de Miguel de la Madrid, se agudizaron los golpes bajos para recibir financiamiento de instituciones internacionales (que no quisieron entregar éste a la corrupción gubernamental) la que permitiría iniciar la reconstrucción de las viviendas por medio de las organizaciones pertenecientes al Movimiento Urbano Popular (MUP). Dentro de éste, la UICM-PM se adhirió a la Asamblea de Barrios...

Se levantaron centenares de viviendas y, pasado el tiempo, se sacó provecho personal y político por parte de muchos de los líderes de "izquierda" que encabezaron la reconstrucción: diputaciones, senadurías, jefes delegacionales, subdelegaciones, puestos públicos en los gobiernos opositores, ¡ganados por la ciudadana en la capital del país!, de Cuauhtémoc Cárdenas y de Andrés Manuel López Obrador; con Marcelo Ebrad no les ha ido tan bien...

Pero esa es otra historia... que dejo para cuando la nostalgia y cierto sabor amargo me lo permitan.

PD: Por cierto, hoy en día, lo peor del Partido Revolucionario Institucional (PRI): el fraudulento Carlos Salinas de Gortari y el represor de Atenco, pero muy atildado, desde el copete para abajo, Enrique Peña Nieto (después de los putrefactos "desgobiernos" de Vicente Fox y de Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional), se preparan para asaltar el poder ¡otra vez! Es una desgracia.

Pero esto no me desanima, porque, lo sé, lo he constatado, lo que parece inverosímil es posible: mañana, cualquier día, la verdadera democracia puede surgir de manera inesperada, insospechada, para bien de todos.

docomentario

Este es el cartel que se hizo con la convocatoria a la IV REUNION NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA CULTURA que se realizo los días 28, 29 y 30 de mayo de 1982. Teniendo a SALARIO MINIMO como grupo sede y a LA PEÑA MORELOS como foro central. A la reunión acudieron representantes de más de 30 grupos artísticos y culturales a nivel nacional. El diseño estuvo a cargo de Arturo Reyes y Fernando Morán.

radio NUEVA CULTURA memoria artística

LA CRUZ DE LA NUEVA CANCION


Desde que se empezó a teorizar acerca de la Nueva Canción se hablaba que esta tenía su principal raíz en la música folklórica. En febrero de 1963 un grupo de artistas argentinos, entre los que se encontraban entre otros Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez, dan a conocer el Manifiesto del Movimiento del Nuevo Cancionero. En 1969 se efectuó el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena con el auspicio de la Vicerrectoría de Comunicaciones de la Universidad Católica a iniciativa de Ricardo García. En dicho festival salieron triunfadoras en un empate las canciones La Chilenera de Richard Rojas y Plegaria a un Labrador de Víctor Jara. A partir de esto queda etiquetado el nombre de Nueva Canción que viene a englobar los distintos nombres que se le daban con anterioridad como son la Canción Política (con sus festivales en la extinta Alemania Democrática), la Canción Protesta (con sus festivales en Cuba) y muchos títulos más como son: Canción Social, Canción Contingente, Canción Revolucionaria, Canción Testimonial, etc., hasta llegar a la Trova como se le conoce hoy en día. En tiempos de la dictadura en Chile, Ricardo García, renombra y registra a este tipo de canción como Canto Nuevo al que ya acceden más géneros musicales como el Jazz y el Rock. En 1982 se efectúa en la Ciudad de México el Primer Festival de la Nueva canción Latinoamericana, realizándose posteriormente el Segundo en 1983 en Managua, Nicaragua y en 1984 el Tercero en Quito, Ecuador.

Si se habla y acepta que la raíz de este canto proviene de la música folklórica y tradicional entonces se acepta que contiene un alto sentido religioso, pues en su mayoría los cantos surgidos posteriores a la conquista, a pesar de que en un inicio fueron prohibidos y satanizados por paganos, servirán para las celebraciones de las fiestas religiosas. En México la prueba de ello es que hasta en la actualidad continúan los Concheros y Danzas de Conquista y que decir de infinidad de sones y cantos tradicionales que son parte de las fiestas patronales. En Perú, Ecuador y Bolivia la música conocida como andina es fuente principal de los carnavales. Al ser prohibidos los instrumentos musicales de origen prehispánico y ser impuestos los instrumentos de cuerda europeos, surgen nuevos instrumentos como la concha y el charango. Este último esencial en los grupos de la nueva canción de los años 70’s. Precisamente en 1964 el músico argentino Ariel Ramírez compone la Misa Criolla utilizando ritmos y formas musicales folklóricas, utilizando la obra la misma estructura de la Misa Católica. En 1980 nuevamente hará otra obra titulada Misa por la Paz y la Justicia en el que recurre a textos y oraciones del Misal Romano destinados a la liturgia. La Misa Criolla originalmente grabada por Los Fronterizos, algunos solistas como Jaime Torres y Luis Amaya además de un coro y orquesta, tuvo gran éxito, aceptación y hasta catalogada por el Vaticano. Siendo posteriormente interpretada y grabada por diferentes artistas como Los Calchakis, Los Folkloristas, el tenor José Carreras y otros.

En 1961 la chilena Violeta Parra graba en Argentina un disco que no se edito porque la canción Por que los pobres no tienen  fue censurada, en 1965 se publica en Chile el disco Recordando a Chile (Violeta Parra una chilena en Paris) en donde graba la canción Julián Grimau o Que dirá el Santo Padre en una segunda versión. Desde que graba su primer disco El folklore de Chile en 1957 hay en su labor recopilatoria canciones populares chilenas como El Sacristán y versos por la Sagrada Escritura, en el segundo volumen en 1958 graba Viva Dios, Viva la Virgen María o Parabienes a los Novios. Ya en la discografía post mortem se encuentra en el disco Canciones Encontradas en Paris editado en 1971 la canción Ayúdame Valentina o Que Vamos Hacer. En 1966 el chileno Víctor Jara graba su primer disco como solista al que también se le conoce como Geografía en el que incluye la canción ¿Que Saco Rogar Al Cielo? En su carrera previa con el Conjunto Cuncumén grabara diversos temas del folklore chileno como Cantos a la Virgen de la Tirana y un álbum de Villancicos Chilenos. En su tercer disco como solista en 1967 incluye la canción Despedimiento del Angelito. En 1973 saldrá editado su disco Canto por Travesura en donde incluye La Beata proveniente del folklore. En 1968 el uruguayo Daniel Viglietti graba el disco Canciones para mi America en donde se incluye la canción Cruz de Luz conocida también como Camilo Torres, esta canción también fue grabada por Víctor Jara, Viglietti en su disco canciones Chuecas editado en 1971 grabará Que dirá el Santo Padre tema de Violeta Parra, posteriormente en 1973 grabara Dios le Pague compuesto por Chico Buarque, en 1978 en un disco de grabaciones en vivo canta El diablo en el Paraíso otra composición de Violeta Parra. En 1969 el argentino Héctor Roberto Chavero Aramburo, mejor conocido como Atahualpa Yupanqui graba el disco Preguntitas sobre Dios en donde incluye la canción con el mismo nombre, grabada también por Angel Parra, Soledad Bravo y otros artistas. En 1974 el venezolano Ali Primera en su álbum Volumen 2 graba No Basta Rezar, grabada también por Los Guaraguao, Gabino Palomares y otros artistas. En 1974 el nicaragüense Carlos Mejía Godoy en su disco Cantos a Flor de Pueblo graba junto con los Hermanos Duarte la canción Cristo ya nació en Palacagüina a la que se le conoce como El Cristo de Palacagüina., grabada por Amparo Ochoa y otros artistas. Carlos Mejía Godoy compondrá en 1975 la música de La Misa Campesina Nicaragüense con letras de Ernesto Cardenal. Posteriormente en 1979 habrá una versión pop en España con Miguel Bosé, Sergio y Estibaliz, Ana Belén y otros. Hay otra versión grabada en 2008 de Katia Cardenal con el coro Skurk de Noruega. En 1978 el argentino León Gieco graba en su disco IV la canción Solo le Pido a Dios. Esta canción se ha convertido en un canto latinoamericano y ha sido grabada por Mercedes Sosa, Tania Libertad, Víctor Manuel, Ana Belén y más artistas. En 1980 el grupo salvadoreño Yolocamba I Ta, graba en su exilio en México la Misa Popular Salvadoreña, desde su anterior y primer disco El Salvador, su Canto y su Lucha, grabado ese mismo año en Nicaragua ya se incluye Con Farabundo y Romero de la autoria de Luis Enrique Mejía Godoy, dedicado a Monseñor Oscar Arnulfo Romero el Arzobispo de El Salvador asesinado el 24 de marzo de 1980. En 1981 en su tercer disco Canto a la patria Revolucionaria cantan Homenaje a Monseñor Romero. En 1987 graban Canciones para la Nueva Vida, distribuida en tiempos de guerra por medio de las Comunidades Eclesiales de Base. En el año 2000, en la conmemoración del XX Aniversario de la muerte de Monseñor Romero, graban en El Salvador después de su regreso del exilio el disco Romero, donde destaca la Rumba a Romero. En el 2010 ya en el XXX Aniversario el gobierno salvadoreño del FMLN auspicia la grabación de un disco conmemorativo en el que son excluidos Yolocamba I Ta, Cutumay Camones y la Banda Tepeuani, los tres grupos más representativos y que difundieron alrededor del mundo la guerra popular de liberación de El Salvador. En México José de Molina graba su sexto disco titulado Salsa Roja en donde incluye la canción Dialogo del Papa y Jesucristo. Esta canción le resultó un éxito en sus presentaciones pese a ser una mezcla de ironía y crítica, antes de cantarla en cada presentación tenía que dar palabras aclaratorias ya que el 90 por ciento de los mexicanos son Católicos y Guadalupanos. En su posterior disco Contraconfesiones graba Cristiacomunismo tratando de dejar en forma más seria su postura ante la Iglesia, pero utilizando el mismo genero de “salsa” del disco anterior. José de Molina antes de dedicarse profesionalmente al canto tuvo una etapa actoral participando en Pastorelas, ya en su segundo disco Testimonios Rebeldes había grabado la canción Cura Guerrillero dedicada a Camilo Torres. Aunque nunca se le ha considerado dentro de la Nueva Canción al panameño Rubén Blades, a pesar de tener una amplia discografía y una gran temática social en sus canciones como Plástico, Pablo Pueblo, Tiburón, Siembra, etc. En 1984 en su álbum Buscando America junto a Seis del Solar graba su composición El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés tema basado en el asesinato de Monseñor Romero. En 1997 se edita la Misa Cubana A La Virgen de la Caridad del Cobre compuesta y dirigida por Manuel Vitier, en ella Silvio Rodríguez cabeza indiscutible de la Nueva Trova Cubana interpreta Déjame Tomar Asiento. En el año 2004 el trovador mexicano Marcial Alejandro graba su tercer y último disco Sin Cruz, en el se incluye su composición Lío de Sotanas. La Nueva Canción Mexicana ha tocado poco el tema de la religión salvo los ejemplos arriba mencionados y pequeñas partes de canciones interpretadas y/o compuestas por Gabino Palomares , Amparo Ochoa, Oscar Chávez y la nueva generación de trovadores, caso contrario de los grupos chicanos que le cantan a la Virgen de Guadalupe. En 1978, en plena dictadura, la Iglesia Católica chilena auspicia una Comisión y organiza en Santiago un Simposium Internacional de los Derechos Humanos. El Cardenal  Raúl Silva Henríquez encarga la composición de una Cantata para ser ejecutada en el acto inaugural en la Catedral. La Cantata de los Derechos Humanos o Caín y Abel  con textos del Padre Esteban Gumucio y la música de Alejandro Guarello e interpretada por el grupo Ortiga, un conjunto coral dirigido por Waldo Aránguiz, un conjunto instrumental dirigido por Alejandro Guarello y la narración del actor Roberto Parada. Esta obra fue presentada en Lyon, Francia en 1983 y reestrenada en Alemania en 1998. En Chile nuevamente fue presentada el 5 de mayo de 2001 falleciendo al día siguiente el Padre Esteban Gumucio.

La música universal es previa a la Iglesia y ésta se encargó de su dirección, desde los cantos gregorianos hasta todo el patrocinio a los grandes músicos como Beethoven, Mozart, Bach, etc. Ahora el control es de parte de transnacionales con la complicidad y censura de los gobiernos y la bendición en muchos casos de la misma Iglesia. La Nueva Canción Latinoamericana tiene un dilema y muchos retos. Pues lo más difícil es tomar una decisión acerca de la ideología, lo urgente es la liberación de los pueblos, testimoniar, sensibilizar y acompañar las luchas por la democracia en la que se incluya en los hechos la libertad de creencias y culto. A veces lo ha hecho con el consentimiento de sectores de la Iglesia como sucedió en Nicaragua y El Salvador con altos costos para el propio clero como han sido los asesinatos de Jesuitas y el propio de Monseñor Romero, las reprimendas y regaños a Ernesto Cardenal no solo del Papa sino del mismo gobierno que deformo al Sandinismo y hoy esta en el poder. A veces lo ha hecho con la incorporación propia de los curas como ha sido en Colombia con Camilo Torres y Manuel Pérez Martínez. A veces con el humanismo de la Teología de la Liberación y diversidad de Padres ligados a una Iglesia-Pueblo. No se puede olvidar que la primera guerra de Independencia en México fue iniciada por los Curas Miguel Hidalgo y José María Morelos.

Desde hace tiempo se ha enterrado a la Nueva Canción, como si se tratase de una moda, como si se tratase de un artículo de consumo, como si se tratase de un ideal de juventud de rebeldía sin causa.  Esta en un periodo de agonía, sufriendo la partida de los grandes cantores de todo el continente latinoamericano, pero resiste.

No importa que nombre se le de en el futuro, que etiqueta se le vuelva a poner. Tiene ahora experiencia en más de medio siglo recorrido. Mantiene su creatividad  se ha enriquecido y cuenta con el empuje de la nuevas generaciones.

Ciertamente la Nueva Canción carga una cruz a cuestas pero tiene su resurrección y sobre todo tiene Fe, Esperanza y Claridad.

Porque canto que a sido valiente siempre será Canción Nueva

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